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L.E.C. (Laboratorio Experimental Audiovisual) es un taller dedicado a la exploración de material fotoquímico descartado. A través de la intervención de la película, las y los participantes exploran las capacidades expresivas plásticas propias del soporte. En conjunto, se desarrolla una banda sonora que parte de las morfologías obtenidas, construida con sonidos diversos que trascienden lo estrictamente musical. El proyecto se centra en investigar las posibilidades de reinvención de una técnica de los años 50, una de las primeras en desafiar la noción misma de cine al generar imágenes sin la mediación de la cámara.

Preguntas centrales de investigación

  • ¿Cómo se pueden generar imágenes hoy en día que permitan volver a la experiencia física? ¿Qué sucede con lo artesanal habitando la era de la obsolescencia tecnológica?
  • ¿Qué poéticas audiovisuales emergen cuando el dispositivo de registro deja de ocupar un lugar central y el material desechado adquiere protagonismo como soporte expresivo?
  • ¿Qué sucede con el diseño sonoro cuando parte de una morfología abstracta? ¿De qué manera juega la percepción y la improvisación en la composición del mismo?

El taller está pensado en tres etapas. En primer lugar, un grupo de 10 personas, a cargo de Ema Corra, Juana Tenembaum y Antonio Zenklusen, visualizará los distintos materiales en 16mm donados por el Museo del Cine de Buenos Aires. En esta etapa se conocerán las imágenes descartadas, se pensará en el porqué de la intervención y se diseñará el futuro tratamiento. En segundo lugar, el grupo intervendrá el material. En esta fase se explorarán y desarrollarán diversas técnicas de manipulación manual y química del celuloide. Por último, se proyectará lo realizado colectivamente, en sincronía a la composición sonora ideada en vivo.

Durante las décadas de 1960 y 1970, el cine underground en Estados Unidos emergió como una forma radical de expresión artística, desafiando las convenciones narrativas y estéticas del cine comercial. Figuras como Jonas Mekas, Stan Brakhage y Bruce Conner fueron pioneros en esta corriente, promoviendo un cine personal, poético y experimental, a menudo producido en contextos colectivos como talleres o espacios autogestionados. Esta experiencia comunitaria no sólo fortalecía una visión alternativa del cine, sino que también propiciaba el intercambio y la experimentación constante. En América Latina, especialmente en Argentina, espacios como el Instituto Di Tella y el Goethe-Institut fueron claves para el desarrollo de las vanguardias audiovisuales, al ofrecer plataformas de exhibición y formación para cineastas como Narcisa Hirsch, Silvestre Byron, Marie Louise Alemann, Claudio Caldini o Jorge Honik, cuyas obras dialogaban con las búsquedas del cine experimental internacional, pero desde una perspectiva local e introspectiva.